Las puertas automáticas no solo ofrecen comodidad y diseño moderno: también pueden marcar una gran diferencia en el consumo energético de un edificio.

En espacios climatizados —como locales comerciales, hospitales, hoteles o edificios corporativos— cada segundo que una puerta permanece abierta, representa una pérdida de temperatura interior. Esto obliga al sistema de calefacción o aire acondicionado a trabajar más, generando mayores costos de energía.

Con una puerta automática, el cierre se realiza de forma inmediata tras el paso de una persona, evitando corrientes de aire y conservando la temperatura interior por más tiempo. Además, gracias a sensores de alta precisión, solo se abren cuando es necesario, reduciendo pérdidas innecesarias.

Estudios internacionales demuestran que el uso de puertas automáticas puede reducir hasta un 30% las pérdidas energéticas por accesos mal cerrados o abiertos por tiempos prolongados.

En invierno, esto significa menor uso de calefacción. En verano, menor consumo de aire acondicionado. A mediano plazo, esto representa un ahorro económico considerable y un impacto positivo en la huella ambiental del edificio.

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